Meditación. Lunes III de Cuaresma 16-03-2020

Como anunciamos ayer, nuestro sacerdote Tin va a compartir una meditación diaria que nos ayude a cuidar la llama de la fe que el amor de Cristo ha prendido en nuestros corazones.

Necesitamos este apoyo, especialmente en estos tiempos de dificultad por el aislamiento, como alimento continuo y fiel, que ayuda más que el disperso y variado que obtenemos de las redes sociales.

 

Lunes III de Cuaresma (16 – 03 – 2020)

Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Esta es la respuesta que el Señor nos regala hoy en el Salmo de la Misa. Una vez más nuestro Padre bueno pone en nuestros labios las palabras oportunas. Si ayer nos hablaba de la sed, la nuestra y la Suya, hoy insiste: “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca ti, Dios mío.”

No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que nos falta… y ahora que me falta, “mi alma se consume y anhela los atrios del Señor”. Y nos podemos preguntar: ¿Cuántas veces habré pasado por delante de la parroquia sin entrar a saludar a Jesús? ¿Cuántas veces he ido a Misa refunfuñando, sin ganas, o con pereza? ¿Cuánto tiempo he perdido, en las redes o en la tele, viendo pasar ante mi infinidad de rostros desconocidos en lugar de consumir mi tiempo cara a Cara? Todas estas preguntas no tienen como fin hundirnos en la miseria, sino ponernos en la verdad de nuestra vida; una vida que la Misericordia de Dios abraza. Y si la Iglesia nos ofrece el ayuno de Viernes Santo para “hacer hambre” del Pan Vivo que recibiremos en la Pascua, la providencia nos regala este ayuno del rostro de Dios para hacer crecer al máximo nuestro deseo de verle. Aprovecha esta situación, llénala de sentido, dilata el deseo: “espera en el Señor, espera en su palabra; porque de él viene la misericordia, la redención copiosa”.

¿Y Jesús? Su Corazón sufre por no poder llegar del todo a todos. La realidad es que en cada parroquia cerrada, la vela del Santísimo arde sin apagarse aunque no haya nadie para verlo; Dios se consume en amor a todos los que no pueden o no quieren ver su Rostro. Y esto es así ahora, pero también siempre. Esta es la verdad sobre Dios: multitud de Sagrarios abandonados todos los días del año. ¿Por qué no haces algo? Cada uno, desde casa, podemos recogernos en oración y amar al Señor por todos los que no lo hacen, ofrecernos a Él para recibir sobre nosotros el amor destinado a todos aquellos que pasan de Él, alegrar al Señor con nuestra vida y ofrecerle el deseo de adorarle.

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Retransmisión de la Misa por Youtube, a las 20H

Homilía del III Domingo de Cuaresma

 

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